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Caso valsartan ¿alguna lección aprendida?


Caso valsartan ¿alguna leccion aprendida?

El 5 de Julio de 2018 nos sorprendió a todos una retirada masiva de medicamentos con el principio activo Valsartán del fabricante Chino Zhejiang Huahai, por la presencia de una impureza carcinogénica denominada NDMA. Transcurridos 9 meses desde el inicio del “Caso Valsartán”, el alcance se ha ampliado a otras 5 impurezas (NDEA, DIPNA, EIPNA, NMBA), a otros principios activos de la familia de los Sartanes (Losartán e Irbesartán), y a otros fabricantes de API  (Hetero Labs, Mylan, Aurobindo, Zhejiang Tianyu…).

Este alcance nos hace plantearnos desde una perspectiva más amplia las preguntas clave: “¿qué ha fallado?” y “¿cómo se puede resolver”? para intentar sacar la conclusión final: “¿cómo podemos evitar que vuelva a ocurrir?”

El primer punto que deberíamos tener claro es que un CEP (el Valsartan de Zhejiang Huahai lo tenía) emitido por el EDQM es una certificación documental de la calidad de un API, el EDQM no evalúa el sistema de Calidad del fabricante del API, ni inspecciona la planta de fabricación.

Por otro lado la Certificación CEP no exime al Titular de la Autorización de garantizar la Calidad, Seguridad y Eficacia de los medicamentos que ponga en el mercado y entre ellas evaluar la genotoxicidad presentes en su producto. La primera conclusión es que un CEP no es una certificación que nos salva de todas las eventualidades de nuestro API.

¿Pero cuál ha sido la causa raíz que ha provocado el problema? , se sabe que en la ruta de síntesis de Valsartán se formaba la impureza NDMA por la reacción entre una impureza de un  disolvente (DMF) y un neutralizante para recuperar el catalizador (NaNO2) en presencia de Valsartán. Esta impureza no se había contemplado inicialmente ya que este paso no forma parte propiamente de la síntesis del activo.

La resolución de este caso está, a día de hoy, bastante avanzada: las Autoridades Sanitarias han establecido tanto unos límites aceptables para las impurezas carcinogénicas detectadas basados en su potencial toxicológico, como unos métodos analíticos adecuados para la detección de estas impurezas.

La pregunta que nos queda es “¿cómo evitar que vuelva a ocurrir?”. Por un lado, los fabricantes de activos (incluso excipientes que requieran de síntesis orgánica) deberán ser más críticos con las posibles impurezas derivadas del proceso de fabricación. Los fabricantes del producto final así como las autoridades Sanitarias también han aprendido de este caso y deberán evaluar con mayor criticidad el apartado de impurezas, desde el 2014 se dispone de una normativa (ICHM7) que, por sus características, podría evitar que este tipo de casos se repitan en el futuro.  

En resumen… presumiblemente desde 2012 ha existido un problema que ha sido indetectable para la industria farmacéutica a nivel global. En 2018, gracias a una detección que parece más casual que otra cosa se inicia una investigación que acaba teniendo un gran impacto a todos los niveles (laboratorios, autoridades sanitarias, pacientes, oficinas de farmacia, …). El futuro nos dirá si aprendimos las lecciones de este caso o no.